Ensayo sobre la predicción de Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö titulada “la lampara que clarifica, una profecía sobre el futuro”
El texto profético compilado por Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö generó mucha discusión y, en ciertos casos, llevó a conclusiones erróneas.
El texto compilado por Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö (1893-1959) generó mucha discusión y, en ciertos casos, llevó a conclusiones erróneas guiadas por lo que considero errores en la traducción del texto tibetano al ingles. Por este motivo decidí traducir esta profecía y comentar brevemente algunos aspectos de la misma.
El autor de la profecía
El texto tiene como origen una enseñanza del Buda Shakyamuni a sus discípulos y existen dos versiones, al menos que conozco, de cómo llegó a ser parte de la colección de textos de Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö. La primer versión es que el texto de la profecía es una compilación de sūtras realizada por Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö, esta versión está sustentada por el hecho de que él mismo firma como compilador (tib. phyogs bsdus mdzad). La segunda versión es que el origen surge de una visión que tuvo Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö, en donde vivenció el dialogo entre el Buda Shakyamuni y sus discípulos. La transmisión de enseñanzas a través de visiones es un evento relativamente frecuente en practicantes avanzados en el camino espiritual. En la escuela Nyingma las enseñanzas se dividen en aquellas transmitidas por el Buda de forma oral (Tib. bka’ ma) en la forma de Shakyamuni, Samantabhadra y Vajradhara, y aquellas que pertenecen a los tesoros de termas (Tib. gter ma) que han sido reveladas por practicantes avanzados en visiones o de forma material.
Ambas versiones son problematicas de maneras diferentes, el problema de la primer versión es que hasta ahora no hay rastros de dicho sutras en la colección del kangyur, y además la referencia al calendario tibetano en sutras es un evento como mínimo raro, ya que el calendario no fue creado hasta mucho después del parinirvana del Buda. La segunda versión es problemática porque no hay evidencias claras de que el texto surgió de una visión del maestro.
Si bien Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö ha revelado enseñanzas a través de visiones, no fue la revelación de enseñanzas de esta manera lo que lo llevó a ser uno de los maestros más importantes del siglo XX. Jamyang Khyentse Chokyi Lodro no fue un gran revelador de tesoros espirituales como su predecesor Jamyang Khyentse Wangpo (1820-1892), aún así su papel fue clave en la transmisión de ciclos de enseñanzas que aún son practicadas en la actualidad. Este hecho, junto con sus profundos logros espirituales, relatados por sus discípulos tales como Tulku Urgyen y Dilgo Khyentse, lo llevaron a ser uno de los maestros más importantes dentro del budismo tibetano.
Autenticidad del texto
Al leer esta profecía escrita en formato de sūtra del Gran Vehículo, la primer duda que surge, tal como muchos lo han comentado en Internet, es sobre la autenticidad del origen del texto. La profecía se encuentra en las diferentes versiones disponibles de las colecciones de escritos de Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö, es decir, no es un texto apócrifo que se agregó a una de las colecciones de sus escritos. En otras palabras, no hay manera de afirmar que el texto fue escrito por Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö, pero al momento de compilar todas sus enseñanzas, este texto estaba presente, ya que, más tarde este volumen fue copiado y distribuido de la misma manera que se procedió con las colecciones de otros maestros. En resumen, no hay evidencia alguna que sugiera que este texto no fue escrito o compilado por Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö.
Problemas con las fechas
Uno de los mayores problemas con la única traducción existente de este texto al ingles es la mención del año 2026 como el año en el cual los eventos profetizados comenzarán a ocurrir. El texto original, lamentablemente, no indica el año exacto, ya que el calendario tibetano sucede en ciclos de 60 años (Tib. drug cu skor).
Para comprender los problemas con las fechas indicadas en la profecía primero debemos comprender el funcionamiento del calendario tibetano.
La adopción del calendario que se utiliza actualmente en el sistema tibetano comenzó su primer ciclo de 60 años en el año 1027, luego de la traducción e introducción a Tibet del tantra de Kalachakra. Así, el calendario tibetano es una combinación de astrología budista con origen en el tantra de Kalachakra, astrología hindú, proveniente del tantra de Shiva, y de la antigua astrología China. En este sistema cada año está definido por uno de los doce animales, su sexo y uno de los cinco elemento, similar al calendario del zodiaco chino.
Así tenemos los siguientes doce animales:
1) Conejo
2) Dragón
3) Serpiente
4) Caballo
5) Oveja
6) Mono
7) Ave
8) Perro
9) Jabalí
10) Rata
11) Buey
12) Tigre
Y, los cinco elementos son:
1) Fuego
2) Tierra
3) Metal
4) Agua
5) Madera
Cada uno de los elementos es asociado a los dos años siguientes, el primero representando el aspecto masculino y el siguiente el femenino, así, el año año tibetano del conejo de fuego corresponde al año 1027 del calendario gregoriano, seguido por el año de la coneja de fuego (1028), seguido por el dragón de tierra (1029) y la dragona de tierra (1030).
Como podrán observar el calendario tibetano es preciso solo cuando se indica a que ciclo de 60 años corresponde, indicador ausente en la profecía de Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö, y prácticamente en toda literatura tibetana. Lo natural sería pensar que los eventos descriptos en la profecía comenzarán a ocurrir el siguiente correspondiente año desde el momento profetizado. Así, sabemos que el siguiente año de caballo de fuego, desde la partida de Jamyang Khyentse Chökyi (1959), fue en el año 1966 y sabemos que los eventos descriptos no ocurrieron y tampoco hay otros indicios que sugieran cuando estos eventos sucederan, cualquier afirmación en esta dirección es pura especulación. El traductor de esta profecía al ingles decidió indicar la ocurrencia de estos eventos basados en el calendario gregoriano y, así, indicó que los mismos comenzarán a ocurrir en el próximo año del caballo de fuego, esto es en el 2026. La única evidencia para esta conjetura es que hasta ahora no han sucedido, por lo tanto ¿será el próximo año de caballo de fuego? Si creemos en la veracidad de la profecía la evidencia indica que la misma puede ocurrir en el 2026, 2086, 2146 y así siguiendo en ciclos de 60 años, es decir, no hay prueba alguna que sugiera que ocurrirá en el año 2026. Este es uno de los inconvenientes relacionados con las fechas de esta profecía, el siguiente está vinculado con la fecha en la misma fue predicha hace más de 2500 años. La profecía está compuesta en la forma de un sūtra del gran vehículo, en donde el Buda imparte una enseñanza y mantiene un dialogo con sus discípulos. Así, este dialogo tomó lugar hace más de 2500 años y las fechas mencionadas en el dialogo no se comenzaron a utilizar, al menos tal como lo conocemos hoy en día, hasta el siglo 11. Para salvar esta dificultad uno podría indicar que, tal vez, todos los discípulos contaban con clarividencia y por eso comprendían los años por venir (al menos hay indicios en la profecía misma de que Maitreya poseía clarividencia ya percibió ciertos eventos que tomarían lugar en el futuros). Otra opción sería asumir que Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö, luego de experimentar la visión, indicó las fechas basadas en el calendario tibetano utilizado en la actualidad. Cualquier conjetura a la que lleguemos estará basada, al menos parcialmente, en especulación ya que la profecía no nos provee con más evidencia en relación con las fechas. En otros sūtras del Gran Vehículo, cuando el Buda predice eventos de los tiempos venideros utiliza como métrica la cantidad de años, y en algunos casos, tomando como referencia su parinirvana, de esta manera la correlación entre los tiempos y eventos es lo suficientemente precisa como para tener valor predictivo, mientras que el uso exclusivo del año tibetano no cumple esta función cuando el evento a ocurrir no corresponde con siguiente año que lleva ese nombre.
La practica a realizar
En la profecía se indica en un gran número de ocasiones el método para combatir las condiciones externas en los tiempos nefastos, mientras que en solo dos ocasiones se menciona como purificar la mente y generar mérito, el objetivo principal del camino budista. El Buda explica que copiar y recitar este texto contrarrestará los efectos producidos por los tiempos nefastos, mientras que si además se recita la practica del Gran Compasivo el practicante también purificará su mente. El recitar textos como método para generar mérito no es una tradición ajena al budismo tibetano, en muchos monasterios los monjes recitan una vez al año todos los sūtras del Buda con este objetivo. Si bien el Buda no explicita una practica en particular del Gran Compasivo, en general cuando se indica, tal como aparece en el texto “la recitación de la practica del Gran Compasivo,” se refiere a la recitación de su conocido mantra OM MANI PADME HUNG.
Si bien, a priori, instruir una fe ciega en el texto y en los sucesos a ocurrir parecería contradecir otras enseñanzas del Buda en donde se indica que no se deben aceptar sus enseñanzas sin antes analizarlas en profundidad, en verdad, hay géneros literarios y de enseñanzas dentro del budismo que no pueden ser investigados basados en lógica, por ese motivo estos géneros quedan fuera de los debates lógicos tradicionales. Por lo tanto, si el contenido de esta profecía no genera una confianza natural en el lector, uno puede optar por una posición neutral. Incluso a los maestros tibetanos a los cuales les presenté este texto y luego de leer algunas líneas no parecían muy alarmados. En relación a esto el mismo Jamyang Khyentse Wangpo ha mostrado su poca apreciación por profecías al comentar “mucha charla acerca de las profecías es una invitación a los demonios”.
Unas palabras de autoridad sobre profecías
Kyabje Dudjom Rinpoche (1904-1987), un gran maestro de meditación, erudito y revelador de tesoros espirituales comentó en su texto La escuela nyingma del budismo tibetano, sus fundamentos e historia lo siguiente en relación a las profecías:
[…Uno no debe aceptar el significado de una profecía como verdadera de manera imparcial comprendiendo las palabras solo de manera literal y sin distinguir el significado provisional del definitivo porque, incluso sabiendo [lo que sucederá] una profecía acerca del futuro, ya sean buenos o malos tiempos por venir, pueden ser transformados por causas circunstanciales, condiciones y coincidencias, y en ese caso la profecía [predicha] parecerá no haberse cumplido de manera precisa.
[Es más], rara vez las profecías han ocurrido de manera precisa, excepto por aquellas predichas por las tres emanaciones supremas, y algunas de los grandes Lingpas. En la actualidad, debido a que estamos en un periodo de degeneración en el cual el mérito de los seres está en constante declive, es muy difícil que las condiciones auspiciosas perfectas sucedan.][1]
En este párrafo Dudjom explica que raramente las profecías ocurren de la manera descripta debido a que están condicionadas por circunstancias que pueden cambiar. Así, su posición respecto a las profecías es similar a la comentada anteriormente por Jamyang Khyentse Wangpo en donde invita a no dedicar demasiado tiempo en los detalles proféticos de los textos.
Beneficio del texto
Como todo sūtra del Gran Vehículo, el objetivo principal del texto es motivar el lector a practicar el camino budista, y esto se logra, al menos en parte, evocando la transitoriedad de todos los fenómenos y su resultado, sufrimiento. Dejando a un lado el análisis acerca de la veracidad de los eventos a ocurrir, el texto tiene un valor motivacional, un elemento de gran importancia en el camino espiritual, y que en este caso, describe como todo lo que conocemos puede cambiar en muy poco tiempo y convertirse en una situación intolerable en donde practicar un camino espiritual se convertirá en una tarea casi imposible, así, el momento de adiestrar la mente es siempre el ahora.
- Dudjom Rinpoche, Gyurme Dorje, y Matthew Kapstein, The Nyingma School of Tibetan Buddhism, 934. ↑